Terquedad o perseverancia
- Edgar M. Septien
- 24 feb
- 1 Min. de lectura
En ocasiones las cosas no acontecen como uno lo tiene planeado. Ya sea por obstáculos en el camino o alguna falla propia, pero no se consigue el objetivo en mente. Uno fácilmente puede desanimarse por no llegar al lugar deseado, lo cual es entendible. La situación no radica en qué causó el problema, sino en lo que viene después del mismo.
Uno no tiene el control de las circunstancias a su alrededor, pero sí el poder de toma de decisión para responder ante la adversidad. Está en uno el tomar la responsabilidad de actuar o dejarse llevar por la corriente y culpar al resto desde el cómodo sillón del confort.
No queda más que ser un verdadero terco y nadar constantemente en las aguas de la perseverancia. Sólo así, uno se encontrará más próximo de llegar a ese lugar que tanto tenemos en mente.
Reflexión de una montaña fallida. Queda en uno la decisión de volver a intentarlo o conformarse con el fracaso
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