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¿Obsesión por calificaciones?

Desde pequeños, la competencia forma parte de nuestro día a día. Se hace presente por medio de cosas bastante simples, como lo puede ser el niño que tenga mayor cantidad de juguetes en su casa o el que corra más rápido hasta la puerta del salón de clases. Son eventos que parecen ser bastante sencillos; sin embargo, son situaciones que se traducirán en otro tipo de competencia en el futuro, como la profesional o económica. Un momento que marca mucho la vida de un estudiante es el inicio del entendimiento de lo que representa el símbolo de la calificación o nota académica. Empezamos a relacionar a un ser humano con un número, muchas veces adjudicando ese valor numérico a la personalidad de cierta persona. En las escuelas de nuestro país, el tener una nota alta te permite portar la bandera nacional, situación que simboliza aún más estatus, incluso entre los más pequeños. Este fenómeno de la búsqueda por una calificación se mantiene constante hasta la vida adulta, lo cual no es ninguna sorpresa, ya que normalmente un buen rendimiento académico equivale a mayores oportunidades académicas y/o profesionales. Un sitio donde se puede observar y analizar a detalle este fenómeno es justamente la escuela de medicina. ¿A qué se debe que exista la fama de que hay una obsesión por un número entre los estudiantes de medicina? Se podría decir que una calificación es una simplificación extremamente compactada del conocimiento, esfuerzo y rendimiento de un estudiante a lo largo de su carrera académica. No obstante, hay algo esencial detrás de ese número que es intangible, especialmente en un ámbito tan delicado como la medicina. Es cierto que una nota tiene el potencial de cumplir o destruir en pedazos el sueño que un alumno ha tenido desde pequeño. Sin embargo, una búsqueda insaciable por una calificación puede llegar a ser un arma de doble filo. El enfrascarse en contestar la mayor cantidad de preguntas correctas nos orilla a olvidarnos del verdadero objetivo final de esas preguntas, el cual es el bienestar y el cuidado tanto del paciente como de nosotros. Al final, lo mejor que podemos hacer como estudiantes es tratar de mantener un balance entre las horas de estudio y el verdadero lado humano de ese conocimiento médico.


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